18 de agosto de 2011

Bajo aquel farol

Había esperado largas horas sentada frente a la gran torre del reloj en la plaza, no sabía qué esperaba, pero su corazón insistía en quedarse ahí... El viento y la luna la acompañaba mientras miraba cómo las manecillas del reloj, poco a poco, marcaba un minuto tras otro... minutos llenos de eternidad y silencio.

El reloj de la iglesia dio las seis y cuando estaba decidida a marcharse apareció él. La luz tenue del farol dibujaba su silueta y ocultaba su rostro bajo el ala del sombrero mientras daba pasos firmes y seguros hacia ella.

A medida que avanzaba sus facciones se iban haciendo visibles, y mientras tanto ella, intrigada, trataba de descifrar el misterio de aquellos brillantes ojos que la miraban fijamente.

Al llegar, él se sentó a su lado sin bajar la mirada y la tomó de las manos... ella sintió como un fuerte escalofrío recorrió su espalda mientras la última campanada retumbaba en el silencio de la noche.

Ninguno de los dos dijo nada... no hubo necesidad de palabras... ella se perdió en la profundidad y el misterio de aquellos hermosos ojos y él cayó rendido ante la ternura de los suyos...

El momento se hizo sublime y el reloj dejó de contar las horas, solo paró para contemplar a esos amantes que encontraron el amor aquella noche bajo la luz de un pequeño farol.

"Y me juraste regresar algún verano, al farolito juro me quedé pegado... Nunca un hombre te extrañó de esta manera, nunca un niño te adoro de esta manera"
Voz Veiz

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